miércoles, 4 de marzo de 2015

ANTOLOGÍA 2014: COLES DE BRUSELAS

COLES DE BRUSELAS

¿Quién dijo que las coles de Bruselas eran típicas de aquí?
Como a ti te fascinan las busqué en un arranque de nostalgia
casera. Hoy me comentaba un colega que aquí se cultivan, pero
se consumen poco. Esta noche nos reunimos “los españolitos”, los
que tenemos contrato de prácticas y otros que acaban de aterrizar
movidos por la esperanza. ¿Sigues teniendo fe en mí? Decías que con
mi expediente y mi tesón llegaría a ser una buena abogada.

Te habrán contado que comparto piso con una valenciana que
busca trabajo de periodista. La casa es una antigua maison de maître
reconvertida. Para ir al WC hay que bajar varios peldaños hasta
un rellano general. Fatal, pensarás, si sobreviene una emergencia.
Me has privado de tu voz todo este tiempo. Fugazmente me enviaste
una señal a través de mamá: “Un beso de mi parte”. ¿Es miedo a que
me equivoque? “Un año se convierte en años”, fue tu frase cuando
me iba al aeropuerto. Quizá decidas un día romper el silencio
porque ni el rencor ni la incomprensión duran eternamente. Desde
que terminé la carrera hace tres años me he empachado de datos
sobre el paro. El otro día me escribió Juan, el vecino, desde Zurich.
Le va bien en su empresa pero se le atraganta el alemán. Sé que no
te hace gracia que pase los fines de semana detrás de una barra,
porque ya te habrás enterado que así me mantengo. No voy a servir
cervezas de por vida, si eso te tortura.

Se fue tu hija mayor y la ausencia duele. Mi decisión no se ajustó
al momento de crisis. Los despidos anunciados por tu empresa,
la losa que cayó sobre ti, tan joven o tan mayor. Mayor para ser
atractivo en el mercado y joven para retirarte. Hice las maletas
mientras salías a defender a gritos tus derechos, pendiente de una
prejubilación forzosa. Siento esa amputación de tu currículo y siento
haberme ido en medio del cataclismo.

Nuria García González
MADRID
(VIII Antología pág. 137)

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