SI ME OBLIGAS A
ELEGIR
¿A quién quieres más, a papá o a mamá?
Pregunta capciosa donde las haya que obliga al niño a
elegir,
dejándole, en el mejor de los casos, confuso, y en el
peor, cargado
para los restos con un sentimiento de culpa difícil de
superar.
Culpa por tener que mirar en su interior y darse cuenta
de que
en ocasiones prefiere a uno que a otro, por tener que
analizar y
cuantificar las bondades de aquellos a los que quiere…
Como ya no soy un niño no voy a dejar que me cargues con
la culpa
de tener que decidir entre partes de una misma cosa,
entre aspectos
distintos de mi propia esencia.
Si me obligas a elegir entre praderas verdes o austeros
barbechos,
entre barras de sangre y oro o pétreos castillos, entre
aromas
de naranjo y azafrán o adobo de matanza, entre silbos que
penetran
el aire o rasgueos que penetran el alma…
Si me obligas a elegir entre ríos escuetos que delinean
el paisaje
o caudalosos que lo inundan, entre arcos de medio punto o
apuntados, entre el sobrio alcornoque enseñoreándose de la
dehesa
o la sombra alargada y perenne del abeto…
Si me obligas a elegir entre consonantes nasales,
ceceadas o
seseadas, entre vocales que se desparraman por las
comisuras
de los labios o que se cierran como en un suspiro, entre
diminutivos
pequeñines o pequeñicos, entre meigas, bruxas, sorginak, bruixas
o brujas normales y corrientes…
Si me obligas a elegir entre creencias, razones,
interpretaciones
o batallas, entre verdades absolutas, medias verdades o
zafias
mentiras, si me obligas a elegir entre España o sus
trozos,
tenlo por seguro, elegiré Portugal.
Rosa García Cachán
(VIII Antología pág. 177)
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