viernes, 8 de mayo de 2015

ANTOLOGÍA 2014: EL PATIO

EL PATIO

En Andalucía no tenemos jardines, son un artículo de lujo que no
nos podemos permitir.
Tal vez por eso tenemos patios, que con sus coloridos mosaicos
suplen la cascada de verdes, rojos, azules y ocres de un jardín
de verdad. Los patios han sido, tradicionalmente, el centro de la
vida andaluza: elemento distribuidor de estancias en las casas, zona
fresca y aireada donde descansar en los días de calor, o donde salir
de noche a mirar las estrellas mientras se comparten secretos.
Mi abuelo tenía una casa con patio. No era un patio de azulejos
y macetas. Era un patio encalado, siempre blanco nuclear,
con el suelo de albero y un limonero en el centro.
El patio siempre estaba inundado por los aromas del árbol: a azahar
o a cítrico frescor, su presencia se hacía patente mucho antes de
entrar en la casa, antes de verlo, incluso antes de aparcar el coche en
la estrecha callejuela de un solo sentido.
Ayer ese patio me vino a la mente. Y me di cuenta de la infancia
tan feliz y afortunada que tuve corriendo bajo el limonero, bebiendo
limonadas que mi abuela exprimía y azucaraba, creyendo ser
princesa cuando mi primo Juanito zarandeaba el árbol y una cascada
de fragantes flores caía sobre mi cabeza, y yo daba vueltas sobre mí
misma con los brazos abiertos y los ojos llenos de estrellas.
Ese limonero, enorme y majestuoso, ha vivido en mí todos estos
años, esperando ser recordado, esperando savia nueva, vida nueva,
tierra fértil y un corazón que le dé vida.
He aquí mi humilde homenaje.

Laura Baena Ruiz
SEVILLA
(VIII Antología pág. 217)

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