VIAE PUBLICAE
Aquel comerciante detuvo su carreta en la intersección de
Asturica. Lejos quedaba ya Caesar Augusta y llegar a Campus Stellae le costaría
todavía dos lunas. Parado en aquella encrucijada le pareció de pronto que sus
sentidos le confundían. A pesar del frío y de la niebla pudo sentir con nitidez
el aire cálido de Hispalis, el perfume de azahar de Cartago, la fragancia de
los pinos en la costa de Tarraco.
Aquellas losas bajo las ruedas de la carreta hermanaban
lugares en la distancia. Nombraban una sola alma. Y le pareció bueno.
LA MISMA SANGRE
Al otro lado de la colina queda la línea enemiga. Serán
cientos de cuerpos como el suyo, tendidos en el frío de la misma tierra. Con
los ojos oteando el mismo punto en el horizonte. Con el mismo miedo batiendo
sin cesar en las sienes desnudas. Con las mismas palabras ahogadas.
Canturreando entre lágrimas las mismas canciones de la niñez que vagan ahora
como fantasmas entre el polvo y la metralla.
Y el corazón doliendo por el mismo recuerdo. La vieja
casa allá en el pueblo. La misma madre sola en la ventana. El mismo puchero de
latón cociendo nada para nadie.
Ana Sarrías Oteiza
(IX Antología)
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