jueves, 10 de septiembre de 2015

ANTOLOGÍA 2015: ELEGÍA PRISIONERA DEL OLVIDO

ELEGÍA PRISIONERA DEL OLVIDO

De mis oscuros orígenes, cientos de cosas se han escrito, otras tantas se han inventado. Lo cierto es que los relatos de los hombres antiguos que se hicieron a la mar, encontraron el camino hasta mi Sierra Morena.

Al embarcar nunca tuve del todo claro cuál sería mi profesión. Aventurero, cura, porteador, cocinero o la de cronista remendón. Todas esas menudencias pierden su importancia cuando se está frente a un océano negrísimo, cuando nos cubre un cielo brotado de estrellas desconocidas.

Entonces, tras cada jornada, entre un descubrimiento y el otro, de isla en isla, y a salto de mata, quise construir una catedral hecha de ladrillos endecasílabos.

En medio del fragor de la lucha, conmovido por la codicia y el metal desgarrador, descubrí al fin mi sanadora vocación. Al observar un río inmenso, donde flotaban vivencias arrancadas, pude percatarme que muchas se ahogaban antes de alcanzar la arena, pero en medio del caos, pude algunas de ellas rescatar.

Fui curandero de los perdedores en la conquista. Me hice testigo de los ojos deslumbrados por los fuegos, de las victorias del metal sobre la carne. Di de beber al anónimo moribundo, al marginal de la historia. Hice las veces de bálsamo para el que lejos de su tierra, todavía conservaba la fe en la purificación de las almas.

Guiado por espíritus difusos, y a pesar de tantos siglos transcurridos, todavía me aferro a la creencia, en la cual la imaginación solo pretende triunfar sobre las crueldades y los desvaríos de ese mundo al que llaman realidad.

Rafael Navarro Cabezas
Periodista
(IX Antología)

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