IMAGINAR
Después de imaginar durante centenares de años, he dejado
de hacerlo, y convencida de ello, he comenzado a vivir, vivir como el día que
nací, desnuda y pobre. Me dijeron que tenía que crecer, agrandar mis brazos y
curtir mi piel, me dijeron que aquellos que estuvieran cerca de mí deberían
tener el mismo traje. Me dijeron todo aquello que tenía que hacer, incluso cómo
tendría que llorar, me vistieron con un traje donde el frío sembró miedos y
locuras, me pintaron el rostro y me cambiaron el pelo, y después confundí mi
sombra con el olvido y el abandono. Tras muchos años vistiendo, siendo y
llorando como todos, menos como yo era, decidí volver a nacer, aún más pobre y
más desnuda, llorar mis lágrimas, y vivir mis días, extender mis abrazos hasta
cazar estrellas. Decidí no morir, porque morir es vivir más allá de lo que uno
no recuerda.
Hoy después de imaginar durante otros centenares de años,
tengo millones de semillas con mis mismos ojos, todos desnudos pero ricos,
cazando nebulosas y cielos, viviendo en tierras que se extienden desde los
brazos hasta la imaginaria, porque ninguno decidimos morir, todos vivimos
naciendo todos los días, sin trajes por donde pase el frío y nos haga olvidar o
perder los centenares de años que llevamos sembrando la misma mirada.
Raquel Viejobueno
(IX Antología)
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