MI LUGAR EN EL MUNDO
Así, mis ojos mestizos
la vieron por primera vez, alzada hermosa en berrocales*. Aunque los motivos
que aquí me traen sean tan tristes, y acaso aún haya tanto que no comprendo.
Sin embargo, sé que
procedo de un amor libre, poco habitual; como poco habitual es asociar al
número trece** la buena estrella; o poco habitual ha de ser, que sueñe el mar
un hombre que solo conoce la dehesa. Porque quién hubiera podido presagiar que
un extremeño sería un buen marino.
Así, tampoco nadie se
hubiese atrevido a conjeturar que una princesa andina se hallaría recluida, con
su anciano esposo, en una sólida fortaleza castellana. Mi padre me educó en
coraje, pero aquí resultaba molesta, inconveniente; y no pudieron encerrarme…
Sí, España significó
destierro, prisión, injusticia. Y, sin embargo, hay algo profundo aquí, algo a
lo que pertenezco. Y no entiende de justicia, de razón o de rígidos órdenes
establecidos. De política. De riqueza. Simplemente existe, con la sinrazón del
mundo, con el lento devenir de las mareas, con la insensata terquedad del amor.
Y por eso lo proclamo, mío, por encima de todo, mío.
Y quizá por eso me llaman «la primera mestiza»***. Porque
nací allá, pero aquí está mi lugar en el mundo. A este lado del océano. Aquí donde,
si me hubieran dado a elegir, habría abierto mis ojos por primera vez.
*La ciudad de Trujillo.
**Durante la conquista del Perú, al encontrarse en la isla
del Gallo, la mayor parte de las huestes querían abandonar. Pizarro trazó una
raya en el suelo instando a decidir a los hombres entre seguir o regresar. Tan
solo trece cruzaron la línea: «los Trece de la Fama».
***Francisca
Pizarro Yupanqui, llamada «la primera mestiza» del Perú, hija de Francisco
Pizarro e Inés Yupanqui (Perú, 1534-España, 1598).
María Díaz de la Cruz
Seudónimo: A Lúa Abanea
Ingeniera Superior en Informática
Arquitecta Técnica
Máster en Escritura Creativa
MADRID (VIII Antología)
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