lunes, 2 de octubre de 2017

ANTOLOGÍA 2016: LÁGRIMAS TRAS LOS CRISTALES




LÁGRIMAS TRAS LOS CRISTALES

Anochecer, 4 de marzo de 2016

Querida España:

Hoy quiero pedirte perdón en nombre de todos nosotros, tus hijos.
Esta noche preñada de un silencio extraño, contemplo tus lágrimas caer a través de los cristales y tomo conciencia de tu dolor.
Me estremece imaginar cómo te sientes: saqueada y avergonzada por algunos; codiciada como un objeto de deseo por otros; rota en mil pedazos por quienes con sus manos pintadas de diferentes colores, solamente aspiran a poseerte desde sus propias ideologías e intereses, que te han convertido en fríos números y porcentajes; dividida, angustiada por esa parte tan importante de tu corazón que amenaza con dejar de latir en tu propio cuerpo.
Quiero que sepas que a pesar de todo, estos hijos que ahora permanecen mudos de asombro ante el lamentable espectáculo que cada día les golpea, te siguen amando. Ellos abrirán sus ventanas y convocarán a los artistas que proclamaron tu belleza, a los valientes que dieron su vida por tu libertad, a los que te sentaron en un lugar de honor entre los sabios, a las personas que cada día tejen una bandera de esfuerzo, convivencia y generosidad, a los que saben que la diversidad enriquece el espíritu.
No llores más, madre, porque sigues siendo fecunda y hermosa. Por tus venas corre la sangre de caballeros andantes y quijotes. La misma sangre que nos une a ti y nos convierte en una gran familia, con sus defectos y virtudes, sus fracasos y sus grandes logros, sus penas y alegrías, sus diferencias y acuerdos, pero que camina fuerte, unida y valiente hacia un nuevo futuro.
Se está gestando una era en la que tienen cabida las aspiraciones, los sueños y las particularidades de cada uno de sus miembros.
Recibe esta carta como embajadora de nuestra fidelidad.

Firmada: Una pequeña parte de ti

M.ª Begoña Larrosa Gregorio
Diplomada en Relaciones Laborales
Asesora de empresas
ZARAGOZA
(X Antología)

1 comentario:

  1. ESPAÑA

    Soy el hijo rebelde de tus dolores, España.
    Si me has dado un instinto nuevo
    para las últimas angustias,
    dame pues, también, la estoica paciencia
    de soportar la hemorragia de tu historia
    sin que me arrastre el Ebro
    con su indiosincrasia indiferente.

    Llevo vorágines encadenadas a la sangre
    por antiguas herencias,
    y no sabía que me esperaba la cuenta
    de una deuda sin factura
    y el dolor de pagarla cada día.

    Vine a recoger el uniforme de alguien
    que perdió la bandera,
    y con más años que yo,
    quedó tirado al desbordarse el cáliz.

    Buena eres, España, para mis huesos profanos
    que se irán pensando en ti.
    Para mis libros y versos
    que rodaron desde las cumbres eternas
    buscando una lápida junto al mar azul.

    Ahora toca llorar por tus trincheras, siempre abiertas,
    en las que Dios no se mete con los hombres.

    ¡Qué terrible es amarte, España!

    CARLOS OYAGUE PÁSARA


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