LA GLORIA DEL OLVIDO
Arropada por el olvido, metida entre una estatua y al pie
de un templo en ruinas, en un pueblo perdido de lo que alguna vez fue la Nueva
Granada, yace hace mucho tiempo mi memoria. La sombra de los Pizarro y los
Cortés, y aun la de un Urzúa y un Aguirre, contribuyeron a oscurecer mi gloria.
Yo, letrado granadino, que trasegó una historia de ríos y malarias en una
expedición que duró varios años; yo, que con el alma puesta en el brazo sofoqué
la rebelión de los traidores y vencí la travesía de los Andes y llegué un
atardecer al reino de los muiscas; y si bien en él no había un Moctezuma ni una
ciudad imperio como Tenochtitlán, topé bosques de laureles que tapaban el cielo
y rocas que respondían al canto de las flores y gentes que sabían el signo de
la cruz; yo, que vi sucumbir al grueso de mis hombres en garras de la fiebre y
las pirañas, las fieras y las flechas, y que, hechizado de verde y de
nostalgia, bauticé a aquella tierra de insufrible belleza con el nombre de mi
propia tierra, sin sospechar que un día Dios la haría el tallo de una flor de
naciones; yo, que, ya sin la fiereza que da la juventud, desafié el Orinoco, su
arresto y sus criaturas, y emprendí un viaje inútil a la brasa invencible de
los Llanos de Oriente en busca de un reino fabuloso de cuyos árboles brotaban
frutos de oro, y de donde volví desnudo de ilusiones para saber, por gentes
venidas de ultramar, que el rey Felipe II a estas alturas aún no oía hablar de
este granadino llamado Gonzalo Jiménez de Quesada. Hoy mi memoria es solo un
monumento, al pie de un templo en ruinas, lejos de las tierras que me
deslumbraron. A veces me pone flores no sé quién y yo las agradezco. Pero si
otra vez hay que «facer Españas», venga la lucha, venga la brega, y el honor de
la lucha y de la brega. Y
venga la gloria del olvido.
Marco Sánchez
Nacido en COLOMBIA, reside en España
Periodista de profesión y escritor de
vocación
(XI Antología)
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