«¡Ah este matacabras,
Sancho!, / ábrego hondo, cierzo o tramontana, / viento que en un latir de
ráfagas se propaga / en una misma lengua con su coro de voces, / que como
cometa se alza y vuelve / a la meseta de nuestros pies andinos…» (Pág. 19, Rames
Jandali Feu).
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