«Siempre te bendije.
En la niñez… En la adolescencia… En la rebelde juventud… Después fueron los
libros, el lujo de leer a tus autores en mi propia lengua… Siempre te bendije,
pero nunca tanto como ahora. Ya ves, nuestra querida madre patria y la diáspora
de sus jóvenes… ¡Gracias, América!». (Pág. 17, Isabel del Rey Reguillo).
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