«Casi se puede respirar Andalucía
paseando por las empinadas callejuelas de Chefchauen… viven, ríen y lloran
muchos descendientes de aquellos musulmanes y judíos exiliados que una vez
moraron en el antiguo reino de al-Ándalus, y que un día ya muy lejano, dejaron
de soñar con el retorno a la tierra de sus ancestros» (pág. 138, Salvador C. R.).
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