FACER ESPAÑAS. EL MESTIZAJE
Y ¿por
qué?
Si
estaba todo dicho
todo
discutido, todo arrumbado
en una
turbia memoria histórica.
Y por
fin, volvemos a pedir y a clamar
que
queremos «facer las Españas».
Y ¿por
qué?
Y yo
digo porque sí. Porque lo noto, porque lo siento, porque lo quiero.
Está
en mis genes.
Soy hispano,
soy romano, soy vasco,
y todo
esto me bulle
en la
sangre mestiza que enciende mi corazón.
Porque
soy todo esto y amo lo que he conocido,
de mi
origen, de mi historia y sé
que
nuestras Españas de 400 millones de personas
tienen
mucho de amor y mucho de tragedia.
Sabemos
que las Españas se hicieron a través de los siglos
combinando
la cruz y la espada,
no
siempre con acierto, pero sí con la vocación
de ser
un día, como ayer y como hoy, un proyecto
de
vida, en que la libertad fuese la canción inmortal
y la
justicia lo inalcanzable
pero
siempre ansiada meta.
Somos
contradictorios y apasionados.
Sabemos
de dominaciones y de reconquistas.
Nuestra
cultura es europea, es cristiana
y la
llevamos a América toda entera
y sin
escatimar esfuerzo y sacrificio.
Nunca
tan pocos lograron tanto.
Fundaron
las primitivas ciudades,
las primeras
catedrales, las primeras universidades.
El
mestizaje fue tremendo y a veces cruel.
Pero
se dejó allí el alma. Y la palabra.
Hablamos
el mismo idioma.
Rezamos
las mismas oraciones.
Tenemos
las mismas expresiones.
Y no
me asusta recordar que siempre
ha
habido sacrificio y dolor.
Ni
siquiera en el Paraíso triunfó siempre la paz y el amor.
Pero
siempre habrá un Bartolomé, un Urdaneta,
un
Junípero o un Cervantes,
y por
qué no un Bergoglio,
que es
el ejemplo renovado de Francisco de Asís,
que se
rebeló contra su mundo mercantilizado y hedonista.
Y dar
con la solución de vida, en medio de una de las
mayores
crisis de la historia.
Hoy
vivimos y morimos en crisis.
En
España nos quieren barrenar Hispania
y
volver a ser un «balcán» ibérico.
En México,
Centroamérica, Venezuela, Colombia
y otros
países andinos y transandinos,
las
desigualdades sociales claman en las selvas,
en las
montañas, en las llanuras.
Solo la
lengua española nos une
y nos
recuerda que conservarla y expandirla
es la
única solución de hermanar a tantos pueblos y
naciones
que forman la comunidad que quiere
y
requiere urgentemente
«facer
las Españas» de la libertad y la justicia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario