«… Por ingenuidad o intención las letras fluyen y van creando un
riachuelo negro de palabras que, de un rato a otro, se convierte en un río
caudaloso del que es difícil salir sin haberse ahogado primero, y vuelto a
despertar luego, inundado de toda esa negrura que tiñe para siempre el corazón
como un tatuaje indeleble de saberes de este y de todos los tiempos…» (pág. 28,
Claudia Yenisey Rivas Ochoa, «Oscuro revuelo»).
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