«… Que
no te confunda el color de mi piel; con las letras, cambia. / Los libros son
mis colores y su lienzo el sentimiento / y si a García Márquez hojeo, moreno se
vuelve mi cuerpo / y a Macondo pertenezco haciendo mía la soledad de los
Buendía. / Mas mi piel es blanca mármol si a Dulcinea encuentro / en las hojas
del Quijote soñada por su hidalgo caballero…» (pág. 190, seudónimo: J. J.
Agüero-Naranjo, «La alquimia del mestizaje»).
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