SOBRE LA
VERDAD
Para un
escolar de los años setenta del pasado siglo era bastante difícil comprender
respecto a la historia de España qué era verdad o mentira, pues se la enseñaron
maestros todavía afines al régimen político anterior. Resultaba lógico pensar
que todo lo aprendido a base de sangre y palmetazos era mejor olvidarlo y caer
de lleno en manos de la nueva era, esa de ahora, con su triste historia sin
héroes ni heroísmo, sin grandes mujeres ni hombres, tan miserable que ni
siquiera su himno merecía letra... y en eso aún seguimos, avergonzándonos
respecto al pasado, ese pasado supuestamente lleno de tristeza e incultura, con
la Inquisición sermoneando todo el día y fustigando pecadores.
Un personaje
como san Isidoro era casi desconocido, una especie de obispo raro colocado en
el escudo del Sevilla F. C. ¡Quizá fuera futbolista!, pensó uno muy «avispado».
Transcurrió
el tiempo y ese niño que ya peina canas solo ahora ha entendido que aquel erudito
tuvo que ser alguien muy especial si su trabajo fue la base del pensamiento
europeo durante un milenio, si fue merecedor de una tumba como la que le cobijó
en León y si se le puede otorgar un calificativo tan certero como el de «hacedor»
de España, refiriéndonos a la España real, esa de todos y de ninguno, llena de
sombras, por supuesto, pero también de luces, de algunas luces universales,
como Isidoro, capaces de alumbrar firmamentos y continentes ocultos en mundos
imposibles, capaces de darle sentido a cualquier disciplina del arte, de la
ciencia o de las letras y no solo hablo de sabios, sino también de mujeres y de
hombres valientes, honrados y orgullosos siguiendo hasta el final los designios
de su corazón, de su rey y de su fe.
Por fin la verdad
sale a la luz, se completa como la luna llena y recupera su lugar con
mayúsculas.
Rafael Jesús Navas Millán
Porcuna (Jaén)
Economista y escritor
(XVII Antología)
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