CAMPESINAS Y ALADAS
Venían, campesinas,
aladas, por el azul del aire y el surco levantado,
en el fresco
desnudo de la mañana y el hielo roto de los cielos caídos,
en la pana diaria
de gorriones hambrientos y labriegos sin tierra,
en la hierática
distancia del halcón y la encina.
Venían a voz en
grito por las calles sin polvo cuando el viento dormía,
por las calles
ausentes del cementerio viejo y la luna del río,
por las eras
vestidas y la amapola marchita,
por los pinos
heridos y su sangre en la arena,
con el aroma
caliente de pan y madrugada,
el mirar como
ausente de lluvias y milagros,
la lenta aspereza
de la espiga y las tardes,
el acre sabor de
cosechas perdidas
y el dolor
silencioso de la nieve en las tumbas.
Se posaban en los
poemas de los poetas muertos,
los poemas
prohibidos del exilio y la pena,
los poemas heridos
sangrando por las plazas
y los cables
tendidos hacia el sol del ocaso.
Llegaban heridas,
mutiladas, se equivocaban,
decían pan por
libertad y llanto por alegría,
en su plumaje
refulgía el oro de pasados siglos,
ahuecaban a veces
sus plumas superfluas,
decían amor y
esperanza cuando moría el día.
Y tomaron mi mano.
Por callejas
antiguas y veredas de tinta condujeron mis pasos,
me mostraron los
mundos que con ellas crearon
desde el claustro
de Silos a la América explosiva,
del romancero a
Borges, de Cervantes a Paz,
de la aridez de
Castilla a los Andes del cóndor.
Por el azul del
aire y el mar que lo refleja,
como puentes
tendidos, veleros de ida y vuelta,
venían, campesinas,
aladas, las palabras.
Para darme la vida
y darme Españas.
Jesús Andrés Pico
Rebollo
Orgulloso del logro conseguido. Gracias al jurado, a Fernando Orlando y al equipo de Orola.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarMuchas gracias a ti Jesús y enhorabuena.
EliminarY yo también me siento orgulloso de estas palabras tuyas, bellas y enlazadas, poéticas llegaderas. Un abrazo, Jesús, por tu buen hacer.
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