UN NIÑO DESNUDO
«¡Más rápido que es
usted de Castilla!». Y se empeñaba en modular mi voz o imponer la suya. Niebla,
lluvia y melancolía en la clase de lectura. «Una tarde parda y fría de invierno…».
Monotonía de lluvia tras los cristales machadianos. Un profesor intrépido, de
aspecto fímico, con áspero y cuadrado bigote, veía en mí al único hijo de la
patria «una, grande y libre». Sin embargo yo estaba cruelmente atormentado en
los recreos, investido de maketo y coreano, emigrante de los campos de Gabriel y Galán, los de las grises
lontananzas muertas, herido por palabras como bisturíes.
Pero no cesan las
postales de la infancia. A veces me escribe la infancia una tarjeta postal, ¿te
acuerdas? Postales llenas de palabras carámbano. ¿Ha desaparecido o no el
colegio de la plaza de las viejas palmeras, la enjuta caramelera señora
Castora, la Campa de los Ingleses, el suburbano de Plencia, el cine Banderas,
el olor de las rosas del camino de Ibarrecolanda, las grúas de la ría, el fuego
del cielo en la noche de los Altos Hornos, la barca y el barquero que te
llevaba de orilla a orilla por una peseta?
«Vivir es ver volver», según el circunspecto Azorín («Azorín
no dice nada, está vacío», regruñía el hermano marista de ojos turbios y negra
sotana).
Hoy he dado una
clase de Humanidades en la universidad del valle verde. He comenzado diciendo: «¡He
venido pero no he vuelto! Voy a hablarles a ustedes de medicina y literatura,
pero también de las palabras carámbano que se deshielan, la Formación del
Espíritu Nacional y la guerra de Corea». Las poderosas miradas, brillantes y
alegres, con la sensualidad de los veinte años, disecan mi heteróclito
discurso, ahogado en los desasosiegos de Pessoa.
Sesenta años
después, un niño, desnudo, sale del aula… para «facer Españas».
Francisco Javier
Barbado Hernández
Médico
MADRID
(X Antología)
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