Semanas anteriores hicimos publicaciones de dos oficios en torno al libro: autores
y lectores profesionales; esta toca el turno de los traductores.
Es
una labor casi invisible (su nombre no siempre aparece en portada), pero sirve
de nexo de unión entre diferentes culturas, pues no solo consiste en trasladar
el significado de las palabras sino también su sentido. Su origen se remonta a
más de 2 000 años y su futuro, dicen, puede peligrar con las herramientas automáticas
que ofrece Internet. Frente a eso, una de las traductoras más valoradas en
nuestro país, Marta Rebón, opina que «una sociedad que subestima a sus
traductores y les niega su condición de escritores y creadores se ve abocada al
peligro de una cultura más pobre».
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