«Amanece. Apareces ante mí, mar océana… Llegan a mí ecos de las
embarcaciones que te surcaron… Escucho el bisbiseo de una guadaña. Es la
muerte, que señorea la Armada de la Especiería… Y así un día tras otro,
condenados a vagar en ese infierno de agua que es el mar Pacífico. ¡Tierra a la
vista!... El almirante saborea la gloria que alcanzará cuando llegue a España;
pero la muerte lo derriba en la isla de Mactán… Será otro hombre, Juan
Sebastián Elcano, el que escriba en su escudo la gesta de haber sido el primero
en dar la vuelta al mundo» (pág. 74, M.ª José Toquero del Olmo, «El primero me circundaste»).
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