«… “Querido
colega: Es muy triste comprobar como casi ninguno de ustedes explica a sus
alumnos la enorme transcendencia de las aportaciones de la Escuela de
Salamanca, en especial de aquellos sabios que tanta atención dispensaron al
cuidado y protección de los indígenas. Fueron los verdaderos precursores
jurídicos y culturales de la declaración de los derechos humanos”» (pág. 160,
Javier M. G., «Mi profe me ha suspendido»).
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