«…
Ahora Isidoro sueña con una Spaniae liberada de herejías,
florecida de los mejores frutos de la nación goda, amparada en monarcas
bendecidos por la ecuanimidad. En sus Sentencias dejó escrito que los reyes y
príncipes “han de favorecer a los pueblos y no perjudicarlos; no oprimirlos con
tiranía, sino velar por ellos siendo condescendientes”…» (pág. 72, Xavier de
Penedo, «Premonición del porvenir»).
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