«… Vislumbra Isidoro que la
legitimación de Sisenando en este concilio acarreará la aprobación moral de sus
propuestas políticas. ¡Cuántas veces había eludido con habilidad los
enfrentamientos fratricidas en la corte visigoda! Enarbolando la bandera de la
unidad, recordaba haber dejado su poso sobre el buen gobierno en las Sentencias. “El poder político ha de representar
equilibrio”, se decía para sus adentros…» (pág. 88, Jesús Bermejo,
«Meditaciones»).
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