CLARA DE
HISPANIA
El profesor de Historia escribe en la pizarra las cuatro
opciones para nuestro trabajo de investigación. Elijo la última: san Isidoro de
Sevilla, precursor del reino de las Españas. Me gusta la Edad Media y me
encantan los nombres de los reyes godos.
Me gusta pararme frente a las estatuas que enfilan el
paseo entre el Teatro Real y el Palacio Real y leer sus nombres. Me gustaría
hacerlo con Clara. Pasear con ella, con su mano blanca entre la mía, mientras
reímos leyendo esos nombres. Sisebuto es mi preferido.
No sé qué trabajo habrá elegido ella. Se sienta tres
filas delante de mí. Tiene el pelo rubio y me gusta su olor cuando pasa a mi
lado para coger su abrigo del perchero. Huele a rosas. También me gusta su voz.
La escucho cuando levanta la mano y pregunta en voz alta.
Descubro que los padres de san Isidoro abandonaron
Cartagena para dirigirse a Hispalis, la actual Sevilla, huyendo del Imperio
romano y buscando el dominio godo.
Mis padres también huyeron y llegaron a esta España,
llamada «reino de Hispania» en aquella época visigoda.
Sé que mi piel oscura contrasta con la de Clara, suave
como la seda. O así me la imagino. Y su pelo rubio y largo con el mío, áspero y
negro.
Termino mi presentación oral con una de las frases de la
obra Etimologías, de san Isidoro: «No rige el que no
corrige». Y veo entonces la sonrisa de Clara, con sus brákets transparentes y
sus labios rosa palo. Pienso que, quizá, le haya hecho gracia la rima y yo le
devuelvo la sonrisa.
M.ª Jesús Jiménez Montalvillo
Nacida en Madrid en 1973
Su labor profesional de docente la compatibiliza con su pasión por la creación literaria
Ha obtenido diversos premios de relato en diferentes certámenes de ámbito nacional
(XVII Antología)
Nacida en Madrid en 1973
Su labor profesional de docente la compatibiliza con su pasión por la creación literaria
Ha obtenido diversos premios de relato en diferentes certámenes de ámbito nacional
(XVII Antología)
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